Por A.S. |

La noticia fue: “La muerte de Dios”.
Todos sabemos que las religiones nacen de una visión. No importa cuál sea la religión, pero la visión la produce un ser que ha llegado a un grado superior, casi sobrehumano; y para que estos seres sean creíbles por sus seguidores deben realizar milagros, no es necesario que sean muchos, con un milagro alcanza.


La defunción de Dios se produjo por los científicos y filósofos positivistas de fines del siglo XIX. Pero, a pesar de este asesinato, aún persisten grupos fundamentalistas que sostienen que su religión es la única que ha contactado con la divinidad.
Pese a estos imbéciles de la religión, se puede decir que el hombre es un ser imposible, sorprendente, está por encima o por debajo de si mismo. Esto no lo digo yo, lo han aseverado grandes pensadores. El hombre es una fisura desde su creación, es un centauro; puede comportarse como una bestia y también alcanzar las cumbres más excelsas.
A partir de esta fisura, me pregunto si, hoy en día, los hombres, en su mayoría, no han reemplazado la fe religiosa por la fe médica; hoy no quieren salvación, sino cura, lo que parece ser lo mismo, es decir el cuerpo ha ganado la batalla.
Hoy queremos remedios para el alivio del dolor y para durar, aunque la conciencia ya no exista. La vida cuesta mucho en esta sociedad neoliberal.


Lo más sagrado es la vida, dicen los católicos, pero cometieron el genocidio más arrasador de la historia, vaciaron un continente. La iglesia del Platonismo criminal exterminó millones de cuerpos para salvar algunas almas. Los judíos nos recuerdan que son distintos, que siempre se han distinguido, que son los hijos de Israel, el Uno aparte.
El Islam, religión de guerra, es terrible, en nombre de Alá, matan y se suicidan.
Los Hindúes, en nombre de Krishna, provocan divisiones insalvables con sus castas. A pesar de su creencia en la evolución, el cuerpo actual es el limitante, para ellos no es posible avanzar a una casta superior en una sola vida. Lo mismo ocurre en el capitalismo, donde la casta o clase más baja, debe permanecer en ese nivel, porque así han nacido, y el reemplazante de Dios, el estado, nada debe hacer.


Todos sabemos que la religión debe ayudar a evolucionar conscientemente, esa es una de sus funciones, sin embargo, la mayoría de las personas se identifican con el fondo milagrero. No es casual que lo más enfatizado de Jesús sean sus milagros y la deformación del cristianismo aplicada por Constantino distingue a la resurrección del cuerpo como premio mayor.
Es curioso ver la gratitud de los pacientes curados en las placas u objetos depositados en las paredes de las iglesias, sin encontrar ningún agradecimiento por la elevación del alma.
Osho, el gurú de esta era posmoderna, que escribió 600 libros, alentaba al desbarajuste sexual, a la multiplicidad de placeres a través de danzas y fiestas eróticas de cualquier tipo. Se ha llegado a tal grado de perversión y degeneración que hasta a los curas violadores se los protege en un centro destinado a preservar la cofradía a cualquier precio.


Hoy en día, la religión ya no es un fenómeno iniciático, sino reactivo, así lo demuestra la ideología puritana del norte, con el Hitler del posmodernismo: Bush. La degeneración religiosa se comprueba en la sacralización de personajes amorales como Maradona, Rodrigo, Evita …
Quiero decir que sin esa adoración, no hay religiosidad. Indudablemente, esta época ha asesinado a Dios y diré, como epílogo, una obviedad: “Sin Dios no hay religión, y con Dios, no hace falta.”